"En sociedades presididas en principio por la racionalidad, cuando ésta se diluye o se disloca, los ciudadanos se ven tentados a recurrir a formas de pensamiento prerracionalistas. Se vuelven hacia la superstición, lo esotérico, lo ilógico, y están dispuestos a creer en varitas mágicas capaces de transformar el plomo en oro y los sapos en príncipes. Cada vez son más los ciudadanos que se sienten amenazados por una modernidad tecnológica brutal y se ven impelidos a adoptar posturas recelosas antimodernistas."
Es cierto que nos enfrentamos a una situación paradójica: por un lado podemos recoger numerosos indicadores de la creciente importancia (y necesidad) de la ciencia y sus tecnologías en la sociedad actual, de la cada vez mayor relevancia de la llamada comunicación social de la ciencia (periodismo, divulgación, museos o centros de ciencia, mundo educativo.... que constituyen los enlaces actuales entre la investigación científica y los ciudadanos); por otro, la valoración o apreciación social de esta misma ciencia no se ajusta con el papel que tiene en la sociedad. Pero además, podemos percibir un creciente irracionalismo, asociado normalmente con lo que en este trabajo denominaremos globalmente pseudociencias (que definiremos por extensión y por exclusión en el apartado siguiente).
La paradoja estriba en que si ahora mismo se obviaran los productos de la tecnociencia la civilización humana colapsaría. A pesar de que se desconozca o se minusvalore, la ciencia -¡atención! también culpable de complicidad con los sistemas económicos y de poder, no se crea en una especie de torre de marfil por encima del bien y del mal-, la ciencia, decíamos, es el sustrato base de nuestro presente y la única vía factible de futuro. El problema deriva en una percepción de la ciencia como una especie de iglesia con sus rituales y sus oficiantes: los ciudadanos llegamos, por lo general, a disfrutar de los dones de la ciencia pero sin llegar a comprenderlos ni a analizarlos. El que esto sea erróneo y equívoco no quita para que algo así suceda. Cuando por una razón u otra se hurta o evita el debate, la libre crítica que está en el fondo del método científico, queda la liturgia. Y las pseudociencias aprovechan este abismo entre ciencia y sociedad para aparecer como ciencias cuando realmente no lo son.
COMENTARIO
la definición de pseudociencias, por cuanto es una definición negativa: "lo que no es, aunque parezca, ciencia". Plantea inmediatamente la cuestión sobre qué o quién dictamina el que sea o no ciencia. Es decir, nos sumerge en el tormentoso asunto de la definición de ciencia, y sus criterios de demarcación, un tema que ha ocupado una buena parte de la discusión filosófica de nuestro siglo. Para un análisis en profundidad de este tema, recomendamos la lectura de los artículos de William Grey titulados "Ciencia y psi-encia: la ciencia y lo paranormal" [3]. El también filósofo Paul Kurtz [4] comenta que las pseudociencias son materias que:
"a) no utilizan métodos experimentales rigurosos en sus investigaciones; b) carecen de un armazón conceptual contrastable; c) afirman haber alcanzado resultados positivos, aunque sus pruebas son altamente cuestionables, y sus generalizaciones no han sido corroboradas por investigadores imparciales."
¿la pseudociencia se deriva de la ciencia y de la sociedad?
¿Crees que sea la pseudociencia solo una paradoja?
EQUIPO
Kiyoshi
Carlos
Jaime
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