CIENCIA SIN SESO,
LOCURA DOBLE
Marcelino Cereijido
En este quinto capítulo el autor nos habla de los capítulos anteriores en lo que nos ha tratado de mostrar de forma actual de que la ciencia es un producto de un largo proceso histórico de estira y afloja entre empirismo, racionalismos, posiciones teológicas, invasiones de pueblos con visiones del mundo, que no han llegado a estar de acuerdo sobre qué es la ciencia y qué es conocer; pero esto puede dar la impresión de que en ciencia todo vale, mas esto no es así, una rama de la filosofía que es la epistemología se ocupa de analizar de manera específica analizar la naturaleza, la generación y la validación del conocimiento.
Los epistemólogos venían de la filosofía y quisieron poner limite a la invasión de pensadores que analizaban la economía, la sociedad, la historia, la personalidad y el lenguaje con pretensiones científico-filosóficas (Marx, Darwin, Freud y otros escandalizaron a epistemólogos y a quienes no lo eran) los epistemólogos se dieron cuenta que no estaban solos en las discusiones filosóficas, participaban en polémica científica y echaban mano de argumentos sociales, políticos, económicos, psicólogos y epistemológicos en debates que siguen ocurriendo y que han tenido tres consecuencias: a)comprensión del proceso mediante el cual se genera conocimiento; b)sacudimiento a la confianza en el conocimiento científico; y c)desbordamientos de lemas y consignas anticientíficos.
Los científicos se sienten seguros y a gusto con el conocimiento que les brinda su esencia, con gala de una incauta omnipotencia y dando por sentado que los epistemólogos están inventando “peros” intrascendentes, que no conmueven el edificio científico. La realidad en sí misma es indecible, incógnita e ininteligible.
El observador ha cobrado importancia y en estos momentos hay quienes llegan a preguntarse cosas que en otros siglos hubieran parecido lunáticas.
La filosofía, la ciencia y el arte son órganos de carne y hueso y la cultura parece ser un producto biológico. El filósofo Nicanor Ursúa nos dice que con la aparición de las teorías evolucionistas el ser humano ha tomado conciencia de su procedencia evolutiva, la biología se esta convirtiendo en ciencia “determinante” para interpretar al ser humano, su comportamiento y cultura, sin tomar en cuenta factores y experiencias reduciendo todo a factores biológicos.
Marcelino Cereijido nos dice que algunos científicos pueden darnos algunas definiciones a que se refiere una hipótesis científica y de como se valida o se refuta, “hipótesis” es modelo teórico que podemos comprobar, “validación” el contenido de nuestro papel en el cual demostramos los experimentos que hicimos, “refutación” el contenido del papel de un competidor que realiza un experimento que habíamos omitido y que demuestra que estamos equivocados, “irrefutabilidad” la propiedad que irá teniendo nuestro modelo a medida que mas colegas publican resultados que la apoyan y no hay nada que la contradiga, confirmación “el estado que alcanza nuestra hipótesis. Los científicos suponemos que ahí-afuera hay una verdad que coincide con nuestros modelos explicativos y el único limite es el principio de incertidumbre.
El autor nos dice que una de las características centrales de la ciencia es su sistematización y que los investigadores solo se atienen a la coherencia interna del conocimiento en su campo particular y que los biólogos solo han investigados los detalles diversos de aspectos de la vida; ignorándose mutuamente, pero estando al tanto de los desarrollos mutuos, solo cuando es necesario crean una interdisciplina para evitar algún conflicto y encuentran una manera de explicar lo que está sucediendo.
También nos dice que los investigadores son epistemólogos de entrecasa, pero que los verdaderos epistemólogos serios hilan mucho más fino; Karl Popper, señaló que una hipótesis que va fortaleciendo a medida que, basándose en las predicciones de dicha hipótesis, más y más investigadores encuentran hechos que la apoyan, mas nunca se pueden demostrar absolutamente puesto que debe basarse en postulados, en principios… que pueden tirar por tierra algún genio que cambia la concepción del mundo y que modifican o destruyen alguno de los postulados en que se basaba la hipótesis. También Popper señaló que para ser científica, la hipótesis en cuestión tiene que dar lugar a estudios que la puedan tirar abajo, demostrar que es falsa.
Marcelino Cereijido nos dice que Imre Lakatos dice que ninguno de los criterios de Popper es valido y desarrollo el argumento de que una teoría refutada no es necesariamente falsa; pues la refutación misma podría resultar falsa. Kuhn nos dice que contrariamente a lo que se venia suponiendo de la ciencia no se ocupa de la verdad ni de la realidad, sino de paradigmas; un paradigma es arecido a lo que llamábamos “una forma de ver las cosas”, lo cual no solo implica una hipótesis, sino un enfoque, una posición, y hasta una manera de operar. Cuando un paradigma se impone, la comunidad científica acepta lo que encaje en dicha visión de las cosas, no solo rechaza los datos e ideas que lo contradigan y las preguntas inoportunas, sino que llega a perseguir a quienes presenten ideas o hechos discrepantes.
Para Kuhn, habar de “verdad” no tiene sentido, pues una proposición es “científica” o deja de serlo cuando así lo sanciona el “establecimiento científico”.
Nos resulta restringirnos a tres puntos: a) Pensadores que afirman que la verdad no existe, o como Paul K. Feyerabend, que asegura que cualquier proposición es científica, b) Surgimiento de pensadores que adoptan una posición parecida a la de Feyerabend; como Gorgias de Leontini que sostuvo que nada existe, si existe no lo podemos saber y que en el remoto caso que exista y lo sepamos no se lo podríamos comunicar a nadie, posiciones tales como: I) El escepticismo, posición de quienes después de haber examinado todo prefieren suspender todo juicio, y encuentran el sentido de su existencia en la negación y el aislamiento. II) El agnosticismo, que sostiene que la razón humana y el conocimiento desembocarán en una total ignorancia, pues a lo sumo llegaremos a formarnos un maravilloso cuerpo de conocimientos, entre los cuales, uno de los últimos nos convencerá de que todo ese cuerpo gira en el vacío y que la verdad nos sigue eludiendo. III) El cinismo, escuela de pensadores a quienes las cosas del mundo les son indiferentes. IV) El relativismo, que rechaza la verdad absoluta y declara que la validez de un juicio depende de las condiciones y circunstancias en que es enunciado y que puede derivar en el subjetivismo y luego en el escepticismo radical. V) El nihilismo, dogmatización del escepticismo, o sea la negación de la posibilidad de conocer. VI) El solipsismo, posición en que desemboca el idealismo metafísico que, tras convencerse de que todo ese cuerpo de conocimiento se alberga a lo sumo en nuestra cabeza, niega la existencia del mundo externo.
El autor nos dice que después viene Ludwig Wittgenstein para convencer que el conocimiento no es más que una estructura gramatical, no la realidad–de-ahí-afuera en sí… Por eso los filósofos que sostienen estas posiciones dicen cosas como: “La ciencia absoluta constituida en mí y por mí, vale solo
para mí. Sin llegar al extremo el físico químico y filósofo Michael Polanyi señala que en todo acto de conocer hay una contribución personal de quien conoce a lo que conoce, pues en dicho acto entran la atención que pone, su preparación previa, su entrenamiento, su perspicacia, las claves que detecta inconscientemente, el peso que da a al dato probabilístico; por lo cuál concluye que todo pensamiento es personal y que es imposible separar con un corte neto de lo objetivo de lo subjetivo. Polanyi acepta que manejen un amplio denominador común como para entenderse.
c) En la primera mitad de este siglo Robert King Merton realizó observaciones de la ciencia y su sociología que tuvieron dos defectos dos efectos principales. Para explicar el segundo efecto, necesitamos introducir dos puntos: 1] Supongamos que el paradigma de que la tierra es el centro del universo hubiera triunfado, tal como exigía la iglesia, no hubiera significado que, en verdad, la Tierra es el centro del sistema planetario. 2] El segundo efecto de las contribuciones de Merton, es que hoy muchos confunden ciencia como sistematización del saber, con la investigación y su sociología o, peor aún, con el fragor político/económico a que da lugar.
Marcelino Cereijido nos dice que muchas veces los intelectuales encuentran un cristal a través del cual pueden mirar el mundo, se embelesan con el nuevo juguete al punto de ignorar todo lo demás, y de ahí pasan a “explicar” el mundo con desparpajo, tal y como lo hacen algunos cuando aprenden dos o tres conceptos de marxismo o alguna idea keynesiana. No se puede negar que la visión del mundo que tenemos resulta de una construcción social, pero eso no significa que la investigación y el saber sean una simple consecuencia de negociaciones y compromisos, o de paradigmazos impuestos por mafias académicas.
La palabra ciencia se ha utilizado en varios contextos y uno de sus aspectos han sido motivos de análisis y reinterpretaciones, de este modo las expresiones “ciencia”, “conocer”, “pensar”, “saber”, “verdad” no son unívocas sino análogas y ambiguas. Otros prefieren distinguir a la “ciencia” subjetivamente entendida, como saber sistemático, propio del sujeto humano individual, de la “ciencia”, objetivamente entendida, que no es un saber sino un conjunto de proposiciones lógicas, una construcción que realiza la sociedad; pero una construcción a la que se le quitan los andamios y escaparates usados en la edificación y se despide también a los albañiles, electricistas que fueron los que establecieron las conexiones y fueron ensamblando y estos pasan a ocupar un lugar en la historia de la ciencia, como Einstein y sus dos teorías de la relatividad.
El autor nos comenta de lo que dice Constantino Tsallis: de que a los científicos les gusta hablar de lo que saben y en cambio a los filósofos de aquello que los científicos no entienden. Es imprescindible entonces que los investigadores tengan una idea del marco filosófico en que trabaja; así mismo, que conozca que sus enunciados descansan en suposiciones que de un modo u otro se ha cuestionado algún filósofo, el científico debe estar enterado de lo que dijo el filósofo y por que nos ha quitado la reconfortante sensación de seguridad.
Si no hay marco filosófico no hay integración con la historia y la cultura, no es eso lo peor sino que entre los científicos de pronto alguno descubre que existe la filosofía y no falta quien tras ilustrarse al respecto se sientan filósofos y publican sus apuntes en los que mencionan los pensadores mas ilustres sin tener nada nuevo que decir.
Este capítulo no enseña nada de filosofía, solo trata de que hagas ciencia con seso, y no convertirse en dogmático de la investigación al extralimitar sus alcances.
Marcelino Cereijido antes de concluir el tema nos nos refiere al tema que llama “la unidad del proceso mental”. Nos relata la forma en que vamos acomodando las cosas, como ejemplo utiliza la tesis que presentamos y defendemos de manera coherente; trayendo a
colación todo lo que apoya y dejando al lado lo que discrepa con ella, o discutiendo para demostrar su irrelevancia. A pesar de que esta tesis surge de una lucha de pros y contras, como si en nuestra cabeza tuviéramos un congreso de pequeños hombrecillos que debatieran entre si, defendiendo cada uno su idea, por eso la conclusión a la que se llega, es en realidad, es el fruto de un compromiso muy lejos de ser unánime.
Lo mejor que nos puede suceder es que un día escuchemos a esos pequeños hombrecitos que llevamos dentro y otros días a otros distintos, o que perezcamos de indecisión, paralizados por un democrático empate interior. Para estos fines adoptamos la analogía de Pascal y dar por hecho que la comunidad científica trabaja como si se tratara de un solo hombre que aprende continuamente, pero cuando miramos el tejido de ese trabajo democrático homogéneo y continuo, vemos que la coherencia no existe dentro de la personalidad de un solo investigador.
El autor nos lleva a el concepto del conocimiento, en cual se involucran procesos en búsqueda de la verdad, aun que no siempre se pudiendo llegar a ellos, el conocimiento que involucra llega ha nacer en un conjunto de ideas y suposiciones en las que se desarrolla y toma forma en diferentes las diferentes facetas de la investigación; enseñándonos de esta manera que no debemos hacer ciencia sin seso.
Por Cecilia Cortés Cabal
Universidad Pedagógica Nacional
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